La “Jius” y la “Mir” se van a Amsterdam

Tengo dos amigas con nombres muy “espaciales”. Una, la simpar “Houston” (“Jiuston” para los amigos) y otra, la joven Mir (la que me acompañó a la isla del cachondeo continuo). Una tiene nombre sinónimo de problema en el Apollo XIII y la otra se llama como la chatarra espacial rusa. Las dos se marcharon hace poco a Amsterdam y quedaron conmigo para contarme cómo les había ido la película. Como imaginaréis, en la conversación no florecieron los fabulosos tulipanes holandeses…aunque sí los “capullos”. Conociéndolas, fue mejor quedar en un sitio como Café Central, donde la gente no se escandaliza de casi nada. Así que si estabas por allí y oiste algo como “…después de lo que vi, cualquiera me parecerá pequeña. Aquello era como un femur”, puedes estar seguro de que eran ellas. No tuvieron otra cosa mejor que hacer que acudir al famoso “Barrio rojo” y meterse en un espectáculo porno en directo. ¡Pervertidas! Eso confirma una de mis tesis: hay chicas que se mueven por los países de Europa para ver un nuevo Estado Miembro y otras que lo hacen para ver en qué Estado está el mejor Miembro

En otro orden de cosas, he intentado volverme menos ácido, menos crítico, menos protestón… pero la noche sevillana está cayendo en el más absoluto de los abismos. A nivel musical la cosa está por los infiernos. Ya no sólo obligan a los DJs a pinchar basura, sino que el nivel del sonido es cada vez peor y la peña no entiende que “más fuerte” no significa “más calidad”. Suspenso al 80%. Encima, el verano no ha hecho más que empeorar la situación general. La estampa más curiosa la vi a finales de septiembre frente al Casino: Ocho “canis” montados en dos (sí, dos) motos perseguidos por un Mercedes burdeos en el que iban cinco “pijos” (aquí todos con su calificativo, ¡eah!) porque los primeros habían mangado un casco a alguno de los segundos. Pijos que persiguen a Canis y una Sevilla que no cambia.

Comments are closed.