En Almería las playas no tienen arena

Mi amiga la periodista lo tuvo complicado este fin de semana para tangar a su novio. “Cariño, ¿pero yo qué culpa tengo si esta gente, -en referencia a su periódico-, me manda a cubrir los Juegos del Mediterráneo sin previo aviso? Pues me tengo que ir a Almería, ¿qué le voy a hacer?”. Su conversación telefónica con el Torito tengo que admitir que me pareció súpermorbosa, entre otras cosas porque iba sentada a mi lado en el coche mientras nos dirigíamos hacia Roquetas de Mar. ¡Hombre, no le mintió del todo! Íbamos hacia Almería. El caso es que es difícil discernir si el trabajo que nos disponíamos a hacer entraba en el terreno de lo periodístico, a pesar de que para definirlo a mí se me ocurrirían algunos titulares… Ejem.
Llegamos a un hotel situado a unos 5 kilómetros de Almería. A priori era la bomba, aunque después descubrimos que no tenía arena, sino rocas, que el agua de la ducha apenas salía y que el mando a distancia de la TV lo habían mangado, por lo que tuvo que venir a traerlo el chico de mantenimiento en el momento más inoportuno…
La ciudad estaba genial con esto de los Juegos. Lo único malo es que se han puesto rápidamente el chip de subir los precios y estaba todo el doble de caro que hace año y pico cuando fui a la boda de Edu B. El mejor sitio que encontré para tomar copas fue el Molly Malone, un bar-terraza en el que se está muy cómodo, se puede charlar y la música es buena. En los coches la cosa cambia porque se ha impuesto en todos lados la mierda esta del reggaetón. Hombre, yo insisto en que esa música estará bien en los países donde todavía no han aprendido que las mujeres no son babosas, pero aquí son iguales (o deberían serlo) a los hombres. El caso es que esta chica y yo tenemos un problema, porque ella no sabe cómo deshacerse de su cornuda pareja, digo de su “novio”, y yo, para variar, no sé si aceptará la “vida Canalla”.

Comments are closed.