Adiós a mi inseparable bolso

bolsoHas surcado conmigo los cielos de medio mundo. Has alojado en tu seno mi cartera, mis MP3s, mis teléfonos, cargadores, medicinas, chucherías… Siempre sin protestar. Ni siquiera cuando algún poli americano sin escrúpulos rebuscaba en tu interior buscando restos de alguna sustancia ilegal o de algún explosivo en polvo antes de coger un avión. Ni siquiera cuando te he dejado, como a un “cualquiera”, con otros de tu misma raza en una silla, en un poyo, en el primer sitio que he encontrado.

Pero hace una semana decidiste que ya estaba bien. Que ya habías andurreado bastante por estos mundos y que era tu hora de descanso. Se rompió una de tus cremalleras, pero hasta en ese momento mantuviste la elegancia. Pude mantenerte hasta el momento en el que llegué a una tienda para buscarte un sustituto. Es más claro, más grande, más… Pero no es tú.

Es absurdo, porque nunca le cojo apego a los objetos. Y menos a un bolso. Pero tú no eras un bolso cualquiera. Eras como la maleta de un nómada. Has estado conmigo en Ibiza, Bruselas, Nueva York, San Francisco, Los Angeles, Las Vegas, Hawaii, Londres… y ahora se me hace extraño no tenerte a mi lado.

No ocurre nada. De hecho esto es un poco “chorra”. Pero tómatelo como una dedicatoria, querido bolso. Ahí estoy intentando encontrar a alguien que te repare, pero creo que estás herido de muerte. Y el problema es que no puedo tirarte. Estoy preso de un insoportable síndrome de Diógenes que me impide arrojarte a la basura como cualquier otro despojo…

Así que nada inseparable amigo. Tómate esto como un homenaje ahora que te ha llegado la jubilación. Espero que seas feliz aunque no te acostumbres a estar arrumbado, porque lo mismo, un día, te dejo “ancá” el Borracho y él te arregla. Quedas avisado.

1 comment to Adiós a mi inseparable bolso