Caso (Pendiente) Cerrado

Pertenezco a ese amplio grupo de sevillanos que el miércoles de Feria ya está diciendo aquello de «mañana tiro pa’la playa porque ya está bien de fiesta». Ser miembro de ese grupo implica que, al final, te dan los fuegos artificiales con tu vaso de manzanilla colgado del cuello y la boca descolgaíta. La cosa estuvo bien hasta el jueves de Feria, cuando me tuve que pegar toda la noche felicitando sevillistas porque el Conde es un tío educado. Total, ya festejamos nosotros lo nuestro el año pasado, ¿no? Y para que se lo lleve un equipo de nombre impronunciable de la Europa del Este, mejor que se lo lleve el Sevilla…Aunque la guasa es la guasa. Un colega mío, más bético que el escudo, Lopera y la abuela del Betis, juntos, decía que aquella noche había tantas polillas sobrevolando las luces de las tómbolas porque los «palanganas han abierto los armarios para sacar los bufandas apolilladas». Guasón el tío… En fin, que ¡enhorabuena! y punto final al tema fútbol.
Mi problema vino por contar la semana pasada la historia de «Caso Pendiente» (C.P) porque aunque uno intenta mantener el anonimato lo mejor posible y que nadie sepa que escribo aquí, siempre hay alguien que tiene pistas y, con algún chivatazo, acaba sabiéndolo. «Kbron. M ngañas y ncima lo cuentas en la mierda esa q escribs en el U7» fue el SMS que me dejó C.P. en el teléfono el mismo jueves por la mañana. O sea, que gana el Sevilla (uich, dije no volver a hablar de fútbol) y encima ésta me llama «Kbrón», que dicho así, sin completar, suena menos mal que de la otra forma. El caso es que he decidido ser un caballero y corté mis pequeñas relaciones con la estudiante de oposiciones y con C.P. Pero no estoy soltero porque mi racha conquistadora no conoce límites en este período y es mejor no cortarla. Ahora estoy conociendo mejor a una chica cuyo padre me han dicho que es rico. A mí eso me da igual porque soy Conde, de los «tiesos», pero Conde al fin y al cabo. El lunes pasado, haciendo caso del «día del trabajador», me pegué todo la jornada «pico y pala» con ella en su chalé de la playa. Todo un sindicalista del amor.

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