El perro de Luis

El veranito éste lo recordaremos por la faena que nos hicieron con las terrazas. La solución ésa de mandarnos al apeadero de La Cartuja no me convenció en absoluto, así que los fines de semana los he pasado en las costas andaluzas. Nada de hoteles y esas cosas…¡que va! Campings y colchones de espuma en los pisitos de los colegas. Y tengo que admitir que me lo he pasado en grande. Zahara de los Atunes, Torremolinos, Benalmádena, Punta Umbría, Matalascañas, El Portil, la Victoria…Una «victoria» ha sido precisamente lo que ha obtenido Tenorio que, como ya sabéis, andaba últimamente hecho polvo y diciendo que sólo quería amistad con las chicas. Como la cabra siempre vuelve al monte, ahora se ha ligado a una chica de Málaga de la que dice, como siempre, que se ha enamorado. Esperemos que sea cierto. Ya he visto algunas fotos de ella y está buena, la verdad. Tenorio siempre mantuvo, salvo excepciones, el listón alto y nunca se ha ido con chicas feas por efecto del alcohol. Yo nunca podría decir lo mismo, la verdad. De las historias del verano, me quedo con la del perro de Luis, un amigo de Granada cuya mascota está ciega, tiene sólo dos dientes, anda fatal…en fin, los achaques normales para un animal que tiene 16 años. Y vosotros diréis que qué tiene que ver un perro con la noche. Pues un día, por su culpa, salimos cuando casi no quedaba gente en el chiringuito porque resulta que el amigo le tiene que dar de comer algo sin huesos al can porque no puede masticar, y como tampoco ve, le tiene que dejar encendidas las luces de la casa para que pueda ir a hacer pipí. También le deja la tele encendida, con «Salsa Rosa», claro, que los perros también cotillean. «Él nunca lo haría», como dice el anuncio, porque no imagino yo al perro poniéndome la tele. ¡Ah! La boda de Sandra fue chachi.

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